Situado en un lugar privilegiado para adentrarse en el Parque Nacional de Sierra Nevada, Abla es siempre punto obligado de paso hacia esta mágica sierra cuya umbría protege y preside la vida de sus habitantes. Un lugar al que está unido un hombre, Antonio Herrerías, y su familia, para quienes la hostelería ha sido su vida. Y lo ha demostrado con la Posá El Tío Peroles, en homenaje a sus ancestros, que hace años ya aliviaban de carga y fatigas a viajantes y arrieros necesitados de un plato caliente de comida, y que ahora Antonio toma ese legado con un establecimiento de calidad y encanto.
Hoy, Antonio ha logrado levantar, con mucho tesón y paciencia, un nuevo estandarte de la hostelería en Abla que responde a un viejo sueño ya hecho realidad. Mesa cálida y atención de primera, para los nuevos viajeros, hombres de negocios, viajantes y turistas que buscan en el encanto de la sierra un establecimiento a su medida donde encontrar la gastronomía de la zona pero también la gran gastronomía de calidad y creatividad que salen de estos fogones.
Su paso por la Venta del Serbal demostró el dominio de Antonio en la cocina, de las carnes rojas y de los frutos que otorga la maravillosa sierra en otoño y primavera. Y como los buenos vinos, Antonio Herrerías ha ido madurando un proyecto que hoy es ya referencia en la comarca. Un establecimiento con encanto que cuenta con unas magníficas instalaciones para que el comensal disfrute de su oferta gastronómica en este lugar con encanto.
Un despertar en La Posá Tio Peroles no tiene parangón. La luz y el aire entran por las estancias de sencilla decoración y tonos cálidos que empujan al cliente o viajero a envolverse de la tranquilidad que da el lugar.
Suelos y zócalos nobles, de ceramistas que siguen trabajando el ladrillo como hace cientos de años lo realizaron árabes y almohades. Azulejos de la misma traza, irregulares, como sacados del pasado.
Un patio central, repleto de cintas y geranios da paso a la sala, con chimenea que crepita en los inviernos, cuando desde estos ventanales se ve cercana la nieve de Sierra Nevada, y baja el río Nacimiento con su agua clara.
El largo y ancho del restaurante está sembrado de recuerdos y de aperos del campo, utensilios del ayer y hoy convertidos en adornos, pero en los que late aún la huella encallecida de muchas horas de sudor y trabajo.
Adentrarse en la Posá El Tío Peroles es encontrar la tranquilidad, el sosiego y la paz que brindan estas paredes. También hay posibilidad de realizar encuentros y reuniones de empresa en la bodega, situada en la planta sotano, de la que ya están saliendo algunos caldos propios de gran calidad, como el tinto Tío Peroles, con cuatro meses de barrica y un buen nivel.
Templo de carne y setas
Sentarse frente a un solomillo de buey crepitando en el plato refractario y con las vistas puestas en Sierra Nevada no tiene precio. Los sabores parecen intensificarse en el restaurante que da ahora cobijo a la gastronomía a la que nos ha tenido acostumbrados Antonio Herrerías. Carnes rojas (solomillo, entrecot o chuletón) de buey de la más alta calidad, las ricas setas recogidas en las faldas de esta sierra, o el rico queso fresco frito, los cogollos con frutos secos y la deliciosa sopa de ajo, la crema de café o la crema de almendras, son manjares que regados con los vinos de su excelente bodega pocos se pueden atrever a rechazar. La calidez que se respira en su salón comedor a través de la luz de sus ventanales le otorgan la atmósfera perfecta para disfrutar de una buena velada en la que volcar todos los sentidos: vista, gusto, olfato, tacto y oído serán agradecidos.